Se levantó la primera

El día 13 de Mayo, lejos de ser una jornada gafe para el Barcelona y el barcelonismo, se convirtió en una jornada épica y poco menos que histórica, ya que marca el inicio oficial de la Era Guardiola, al menos en lo que a títulos se refiere. Decía Pep hace unas semanas que el buen juego desarrollado por el equipo de nada serviría “si no levantaban nada”. Se refería, naturalmente, a copas y trofeos, pero lo que estaba claro era que, en cualquier caso, ya habían logrado levantar la moral de los culés, la autoestima de los simpatizantes del azul y el grana, y a mí me habían levantado del sofá cientos de veces para celebrar cada uno de sus magníficos goles. Anoche, además, levantaron la primera Copa: la del Rey. Lamentable espectáculo el que se vivió en el estadio de Mestalla en los prolegómenos del encuentro, con las hinchadas “separatistas” (catalanes y vascos) silbando al unísono el Himno Nacional español, momento bochornoso que, incomprensible e injustificadamente, nos birló la retransmisión de Televisión Española, la cual prefirió conectar con Bilbao y con la Ciudad Condal (lo cual le ha valido el cese al Director de Deportes de la cadena pública); yo sigo sin entender por qué se lucha tan denodadamente por la consecución de un Título, por qué, cuando se consigue, se conserva con tanto mimo en una vitrina, y, paradójicamente, se humilla de ese modo a los símbolos y a las (reales) personas que lo representan. Afortunadamente, pocos fueron los incidentes que se registraron: un bote arrojado por un energúmeno sobre la cabeza de Dani Alves, un estúpido corte de mangas de Touré Yayá, que empañó la consecución de su maravilloso golazo, y, sobre todo, un tsunami. Un tsunami blaugrana que barrió a un Athletic de Bilbao que, no obstante, salió en tromba y logró un golazo a cargo de Toquero (como es habitual, en jugada a balón parado, grandísimo problema que Pep Guardiola no parece saber corregir), aunque, poquito a poco, se fue desinflando al tiempo que se henchían las alas del ave de presa azulgrana. Las dudas y titubeos de la primera mitad dieron paso a una verdadera y deslumbrante exhibición de Messi, Xavi, Bojan y compañía que los madridistas, sin recordar lo que les sucedió a ellos hace pocas fechas, hoy atribuyen a la dejadez del rival. Nada más lejos de la realidad. Los bilbaínos, a diferencia de, por ejemplo, el Chelsea, salieron a jugar al fútbol, lo mejor que supieron, y es precisamente en tales circunstancias cuando se demuestra quién juega más, quién juega mejor. El resultado de esa noche memorable, la primera cosecha de una temporada grandiosa, es un título que sabe a gloria, una copa que vale su peso en plata. Y lo mejor de todo es que tan sólo se trata de la primera. Tanta felicidad azulgrana no podía dejar impasibles a nuestros eternos y cordiales rivales, y, precisamente previendo lo que ayer sucedería, es por lo que Florentino Pérez escogió el día de hoy para presentar su candidatura a la Presidencia del Real Madrid: un patético y espero que estéril intento de robar protagonismo a quien se lo tiene bien merecido por su entrega, por su calidad y por la espectacularidad de su juego.

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