Ni una a derechas
Cuando parecía que la Liga
2023-24 iba a terminar al menos con cierta tranquilidad, con el Barça quizás segundo
y todo un verano para tratar de dar salidas a determinados jugadores puestos en
el disparadero y quién sabe si fichar a alguno de los que habían copado las
portadas de los medios deportivos culés, la rueda de prensa que dio el técnico
Xavi Hernández antes del partido contra el Almería lo ha vuelto a poder todo
patas arriba. En dicha conferencia, Xavi
simplemente dijo lo que todos los aficionados tenemos claro desde hace meses o años,
que el Barça de hoy en día, desgraciadamente, ya no puede fichar a los
jugadores que realmente se necesitan, que se ha traído precipitadamente a otros
(Vitor Roque) cuando aún no estaba previsto que vinieran y que, para nuestra
envidia, la plantilla del eterno rival, el Real Madrid, es mejor que la nuestra
y aún lo va a ser más con la casi segura llegada de Mbappé. Estas palabras, que, como digo, la hinchada
azulgrana podría haber suscrito porque son dramáticamente reales, provocaron un
terremoto en la Junta Directiva del Barcelona, que casi mayoritariamente exigió
a Laporta la destitución inmediata del señor Hernández. De hecho, nada más acabar el partido de
Almería se filtró la noticia de que Xavi ya no sería nuestro entrenador, justo
tres semanas después de haberlo anunciado a bombo y platillo. Lo cierto y verdad es que este Barça de 2024
da más pena que otra cosa, y no sólo sobre el césped. Ya he dicho muchas veces que el Xavi jugador
era un ídolo para mi, el mejor de entre los mejores, pero su versión como
técnico deja bastante que desear, como si no supiera trasladar a sus pupilos
sus amplísimos conocimientos tácticos.
Los jugadores que se han ido trayendo no han marcado las diferencias
como se esperaba (Romeu, Raphinha, Ferrán, los Joaos, Roque…), las viejas glorias ya
no son garantía de casi nada (Frenkie, Lewandowski, Gündogan…) y sólo el
portero y los más jóvenes (Lamine, Fermín, Cubarsí, Gavi y Balde –si vuelven en
condiciones- y Pedri –si retoma su mejor versión-) inspiran algo de ilusión. El director deportivo, Deco, tampoco parece
la panacea de nada, tan sólo pendiente de traer futbolistas portugueses y
brasileños de calidad más que dudosa. Y
ahora, para rematar el desastre, queda patente que la directiva que sustenta a
Laporta es una especie de nido de víboras que no se ponen de acuerdo entre ellos
y no saben si prefieren primero la destitución del técnico lenguaraz o la del
propio presidente fanfarrón. Xavi,
leyenda viva del barcelonismo y estandarte universal de los valores azulgranas,
debería tener también más cuidado con lo que dice cuando hay micrófonos grabando,
que la mayoría de las veces se comporta como un culé más y lo que se espera de
él es que sea garante de un juego mejor y sobre todo de unos resultados convincentes. Estos dos últimos partidos van a ser un
suplicio para él y para todos, porque ni ganando los dos puede tener clara su
permanencia en el banquillo hasta que se produzca la cacareada reunión con
Laporta en la que se le comunicará si sigue o no para iniciar la inminente
pretemporada. Si es Xavi quien continúa,
habrá algunos jugadores actuales que quieran quedarse por lealtad a él, pero
otros estarán prestos a escuchar ofertas por lo contrario, por las notorias
discrepancias que han tenido. Pero si
Xavi no se queda, habrá que traer a otro; los nombres que
suenan (Flick, Márquez, Tuchel, Motta…) o son poco ilusionantes o poco materializables, y, en cualquier caso, el que venga tampoco nos puede garantizar nada. ¡Vaya veranito nos espera!
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