Pesadilla culé
Reconozcámoslo: el sueño blanco
es la pesadilla azulgrana. Desde el
pasado sábado, en que el Real Madrid se proclamó por decimoquinta vez Campeón
de Europa, los culés lo estamos pasando verdaderamente mal. Enciendes la TV, cualquier cadena, y no dejan
de aparecer imágenes de la celebración madridista acompañados de entrevistas a
pie de calle e incluso declaraciones de famosos presumiendo no sólo de su
madridismo, sino de la supuesta superioridad no sólo deportiva sino también
moral de su bienamado club. Una cosa que
yo me pregunto es: ¿por qué hay tantos madridistas? Quiero decir, que yo sepa y que yo conozca,
los que somos del Barça sólo somos de un club, el Barça, pero el Real Madrid
tiene la (para mi) inexplicable fortuna de que sus simpatizantes son del equipo
de su ciudad, del de su provincia... y, además, del Madrid. Ayer mismo, sin ir más lejos, el presidente del
Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, confesaba en una entrevista en Antena 3
que era, por este orden, del Deportivo de la Coruña, del Celta de Vigo… y del
Real Madrid. No lo comprendo. Puedo respetarlo y aceptarlo, pero no lo
comprendo. Repito, yo y la gente culé
que conozco, sólo somos del Barça, por Dios…
Claro que tal vez la pregunta sea: ¿por qué se hace uno de un equipo? ¿Por
los colores de su camiseta? ¿Porque juega bien al fútbol? ¿Porque tiene mucha
pasta y es capaz de fichar a los mejores jugadores? ¿Porque gana muchos títulos? Yo soy del Barça desde que llegó Cruyff en
1973 y su juego me enamoró, y pocas veces he vuelto a ver jugar a un equipo así…
y casi siempre ha sido a los sucesivos equipos blaugranas. Pero me he mantenido fiel a ese sentimiento
también cuando se ha jugado mal (que ha sido muchas, demasiadas veces) e incluso
cuando los dirigentes de la entidad la han puesto al servicio de los intereses
independentistas, algo que me molesta y repruebo pero que no ha sido capaz de mermar
mi barcelonismo puro. En fin, que sí,
que puedo entender que, cuando un equipo atraviesa una etapa gloriosa, le
salgan hinchas hasta de debajo de las piedras, y eso es lo que lleva años
ocurriéndole al Real Madrid, el máximo rival, histórica e histéricamente
hablando, del Fútbol Club Barcelona.
También ocurrió al revés, cuando Guardiola construyó aquella maravilla
inigualable en la que brillaban Xavi, Iniesta y, sobre todo, Leo Messi, el
mejor futbolista al que yo he visto jugar.
Lo malo (bueno para ellos) es que, con la reciente consecución de la
decimoquinta Champions y la confirmación ayer del fichaje de Mbappé, el Madrid está aún más, si
cabe, en la cresta de la ola, mientras que en el Barcelona todo sin dudas,
inseguridades y, en el mejor caso, esperanzas pendientes de confirmar. Sí, Hansi
Flick ya ha sido contratado y presentado, pero no hay que olvidar que
nuestra situación económica es igual de horrorosa que antes, y eso quiere decir
que podremos fichar muy poco y tendremos que volver a confiar en los mismos
jugadores que esta temporada han ganado el “nadaplete”, todo ello al mando de
la misma directiva laportista que nos ha dado más disgustos que alegrías. Lo dicho: están siendo unos días de pesadilla
para el barcelonismo, y no sabemos cuándo van a empezar los anhelados días de
ensueño que tanto necesitamos….
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