Estilizados
El prometedor partido que, por
momentos, el Barça realizó ante el PSG en París (no olvidemos que los de Xavi,
al inicio de la segunda parte, se desconectaron de tal manera que permitieron
que los franceses marcaran dos goles en apenas cuatro minutos) quizá nos hizo
ilusionarnos demasiado, y la abultada derrota en el encuentro de vuelta (1-4)
nos ha devuelto a la (amarga) realidad: nuestro equipo apenas está en fase de
construcción, una fase que ni Dios sabe cuánto va a durar ni quién será el “arquitecto”
que la concluya. Hasta el martes, un
servidor era de los que había ido cambiando paulatinamente de opinión con
respecto a la continuidad de Xavi, que parecía que, después de todo, sí había
logrado sacar lo mejor de sus pupilos, pero la manera en la que se perdió y,
por si fuera poco, el pésimo autocontrol del mister, expulsado por enésima vez por la vehemencia de sus
protestas al árbitro, me han hecho dudar otra vez. Por si fuera poco, hoy mismo es el Clásico contra
el Real Madrid, un Madrid que viene reforzado tras haberse clasificado para
semifinales de la Champions y, encima, eliminando nada menos que al Manchester
City de Guardiola, en quienes los culés habían depositado su fe y esperanzas. Por cierto, hay que pensar con frialdad y no
dejarse llevar por el exceso de fanatismo, y a esos queridos amigos que afirman
que “es preferible perder jugando como lo
hizo el City que ganar como lo hizo el Madrid” les diría que hay que ser
realistas y darse cuenta de que, tal y como está nuestro club, hoy por hoy, lo
que importa es, como diría Luis Aragonés, “ganar,
ganar, ganar y volver a ganar” y no sólo ser adalides (o víctimas) de un estilo que sólo debe ser prioritario
cuando las cosas van bien, algo que, desgraciadamente, a nivel deportivo, institucional
y económico no puede decirse que está sucediendo ahora. Pero a lo que íbamos: hoy es el Clásico y
sólo caben dos posibilidades: ganar o perder (el empate ni lo considero, porque
constituiría, a todos los efectos, una derrota). Si ganamos y, especialmente, si ganamos bien
y rotundamente, la herida de la eliminación europea se cerrará antes y tal vez
(sólo tal vez) Xavi se replanteará su marcha a final de temporada, pero, si
perdemos, y más aún, si perdemos de manera estrepitosa, la Era Xavi habrá
tocado a su fin definitivamente, y lo peor es que, según apuntan los que están
más al loro, comenzará la Era Márquez, y no porque el bueno de Rafa sea el
nuevo Guardiola, sino porque no hay dinero para fichar a ningún entrenador con
nivel y garantías. En realidad, al
Madrid le afectaría muy poco una derrota (todavía estaríamos a cinco puntos de
ellos), pero a nosotros nos hundiría aún más quedarnos a once, y con el Girona
apretando por debajo. Va a ser,
ciertamente, un Clásico dramático… pero
sólo para el Barcelona.
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