El adiós de Xavi
El pasado sábado, Xavi Hernández anunció
que abandonará el Barça al término de la presente campaña. No lo hizo en frío, sino tras la sorprendente
derrota ante el Villarreal. Sorprendente
no porque perder no entre dentro de la lógica de cualquier deporte, sino porque
se perdió jugando mal y luego bien y luego nuevamente mal, que es lo que está
haciendo el equipo durante los últimos meses.
Este Barça de Xavi, que la temporada pasada ganó con solvencia la Liga y
la Supercopa, nos ilusionó a todos durante el verano con algunos fichajes de
relumbrón, sólo para empezar la competición con una desconocida fragilidad
defensiva, encajando uno tras otro un sinfín de goles que hace un año hubiera
sido imposible encajar, además de una inesperada incapacidad goleadora que ninguno
nos esperábamos. Si no marcas goles pero
te los marcan con facilidad, si no controlas los partidos desde el principio y
no sabes cerrarlos cuando vas ganando, es lógico pensar que las cosas te van a
ir muy, pero que muy mal, que es donde estamos ahora. En apenas tres semanas, hemos dicho adiós a la
Supercopa, a la Copa del Rey y, casi con toda seguridad, a la presente Liga. Yo adoro a Xavi, lo digo en serio, fue el
auténtico cerebro sobre el campo del Barça más glorioso, el que dirigió Pep
Guardiola, además de uno de los mejores jugadores que ha tenido la Selección
española. Pero algo no estaba
funcionando. A excepción de Dembélé, sigue
el núcleo duro de jugadores que el año pasado nos hacían disfrutar, y, sin
embargo, el equipo ya no juega como antes, y demasiadas veces no juega a
nada. Creo, estoy convencido, de que
Xavi sabe de fútbol más que la mayoría de los seres humanos, de que su cerebro
es una enciclopedia táctica, pero, por algún extraña razón, lo que Xavi sabe y
lo que Xavi quiere no se plasman sobre el campo. Entre las fabulosas y clarividentes ideas que
concibe el técnico y el juego que desarrollan sus pupilos, hay un auténtico
abismo. Está claro que nuestro hombre no
es el único responsable de lo que está sucediendo, pero no se puede despedir a
todos los jugadores actuales, ni hay dinero para fichar a otros nuevos. Se necesita un cambio, y lo más fácil, lo más
normal y lo más socorrido es cambiar al entrenador. La vida es así. Claro que, si el cambio no se produce ahora,
cuando aún existe una mínima esperanza de ganar la Liga y cuando todavía no es
del todo imposible, ¿quién nos dice que la dinámica negativa no va persistir y
todo, pero todo, se va a ir al garete?
Naturalmente, ningún entrenador es una apuesta segura al cien por cien,
pero la lógica está para algo, y lo lógico podría ser pensar que vamos a seguir
cuesta abajo y sin frenos hasta el verano.
Si esto sucede, si no ganamos la Liga (lo doy por hecho), si tampoco
ganamos la Champions (me da hasta risa, Dios me perdone, que alguien considere
siquiera esa remota posibilidad) y, lo peor de todo, si ni siquiera acabamos
entre los cuatro primeros de la tabla y, por tanto, quedamos fuera de la Liga
de Campeones, muchos de los jugadores de ahora se irán y costará mucho encontrarles
recambios de garantías, acrecentado todo ello por la cacareada incapacidad
económica para fichar. Todo está muy
complicado, y es de agradecer el barcelonismo de Xavi al renunciar voluntariamente
al año que le queda de contrato, pero, posiblemente, tenía que haber renunciado
ahora, y no esperar al 30 de junio. ¿Qué
opináis vosotros?.
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