El pasado sábado, Xavi Hernández anunció que abandonará el Barça al término de la presente campaña. No lo hizo en frío, sino tras la sorprendente derrota ante el Villarreal. Sorprendente no porque perder no entre dentro de la lógica de cualquier deporte, sino porque se perdió jugando mal y luego bien y luego nuevamente mal, que es lo que está haciendo el equipo durante los últimos meses. Este Barça de Xavi, que la temporada pasada ganó con solvencia la Liga y la Supercopa, nos ilusionó a todos durante el verano con algunos fichajes de relumbrón, sólo para empezar la competición con una desconocida fragilidad defensiva, encajando uno tras otro un sinfín de goles que hace un año hubiera sido imposible encajar, además de una inesperada incapacidad goleadora que ninguno nos esperábamos. Si no marcas goles pero te los marcan con facilidad, si no controlas los partidos desde el principio y no sabes cerrarlos cuando vas ganando, es lógico pensar que las cosas te van a ir muy, pero q
De verdad que entiendo a Mourinho. Entiendo sus razones, pero no justifico sus planteamientos. Soy el primero a quien le gustaría no haber tenido que ganar así, jugando, como de costumbre, contra 10, y lograr una victoria algo deslucida por la polémica; tampoco me gustó el haber ganado así en Stamford Bridge, aunque, claro está, también lo celebré. El Barça se caracteriza por plasmar sobre el campo un juego brillante, veloz y audaz, y tener que agradecerle a un árbitro una ayudita no solicitada me entristece como al que más. Pero nada de lo dicho cambia el hecho de que el Madrid de Mou salió, en su templo sacrosanto, a defender un empate a cero, únicamente con el objetivo de no dejar jugar al Barcelona. De verdad que hubiera deseado que los 90 minutos hubiesen acabado jugando 11 contra 11, o al menos que los dos golazos de Messi se hubiesen producido antes y no después de la expulsión de Pepe. Pero las cosas son como son. También deploro la tangana que se formó en el tú
Esta noche, con el partido de ida de Copa del Rey frente al Athletic Club de Bilbao, el Barça despide un año que ha acabado siendo nuevamente maravilloso. Si a principio de temporada éramos muchos los que denunciábamos la falta de forma de los jugadores, la falta de ambición de la plantilla, a partir de las semanas previas al choque frente al Real Madrid la cosa cambió y de nuevo se ha logrado esa excelencia que conmocionó al mundo a partir de finales de 2008. Ya son dos años triunfales en los que este equipo ha brillado de un modo no sé si irrepetible, y ello a pesar de la marcha de jugadores importantes como Samuel Eto'o, Touré Yaya o, en menor medida, Zlatan "Bocazas" Ibrahimovic. Lo bueno es que, a pesar de haberlo ganado todo, de que prácticamente ya no queden retos que superar, los jugadores siempre acaban por reeditar las mejores versiones de sí mismos, como si el nuevo desafío fuese el de repetir los retos ya logrados. Eso raramente sucede no sólo en el deporte si
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