Hércules contra un titán

Cuando mi amigo Eugenio me dijo que teníamos unas entradas en la segunda fila para el Hércules-Barça, me alegré muchísimo. No sabía que la barrera de protección nos iba a impedir ver las líneas del campo, ni mucho menos que durante el partido íbamos a tener plantado delante nuestro a un guardia de seguridad, por cierto bastante cachondo... El día había empezado ante una tostada y el diario "Sport", la biblia del buen culé. A continuación, un tren me llevó hasta Alicante, mi adorada ciudad natal, a la que no acudía en calidad de hijo pródigo vuelto del exilio, sino como hincha del mejor equipo del mundo, el Fútbol Club Barcelona. En otras palabras, por mucho que un servidor hubiera nacido en Alacant, ni intentándolo hubiera podido desear que el Hércules derrotase al Barça. Nada más llegar a Alicante, me dirigí a la calle Mayor, donde, con fachada principal que da a la calle Altamira, se halla el Hotel Amérigo, al que recién acababan de llegar los futbolistas catalanes. M...