Todo sigue igual


Creo que para todo culé, que realmente se precie de serlo, llega un momento en que hay que admitir que lo único comparable a un triunfo del Barça es una derrota del Madrid, cuanto más abultada y humillante, mejor. Anoche, durante muchos maravillosos minutos, casi pudimos soñar con que el Atlético daría la sorpresa y lograría el triunfo en el santuario blanco, con lo que los de Florentino se nos quedarían a tres puntos quién sabe si insalvables... Lamentablemente, los colchoneros volvieron a mostrarse incapaces de ganar su particular derby, y máxime tras la lesión de Reyes, su motor y su cerebro. Es como si los rojiblancos tan sólo se crecieran (como les pasa a todos los equipitos del mundo) cuando se enfrentan al hexacampeón, pero se acojonan cuando recuerdan que enfrente van a tener a Cristiano Ronaldo y su banda de mercenarios galácticos. Por su parte, el Barça volvió a hacer de la suyas el sábado en Mallorca. En primer lugar, ya la alineación presentada por Guardiola me hizo temer lo peor: Messi , Henry y Xavi en el banquillo, Jeffren titular y ni siquiera Bojan sobre el césped. Durante buena parte de la primera parte, se repitió lo de las últimas semanas: el equipo supuestamente modesto sale con un hambre voraz, dispuesto a merendarse a los barcelonistas, y éstos, en primera instancia, parecen acongojarse hasta el punto de no dar pie con bola. También es verdad que los Guardiola boys lograron cuajar 8 o 10 minutos de buen fútbol, pero su preocupante ineficacia goleadora nuevamente les retrató. Por suerte, la ya famosa charla del descanso volvió a surtir efecto, y el equipo se lanzó decididamente a por el partido. Iniesta se lesionó para diez días, y Pep aprovechó para soltar a la fiera Messi, que tampoco tuvo su noche goleadora. Sin embargo, y cuando ya muchos lo dábamos por muerto, volvió a surgir Ibrahimovic y no sólo dio a Leo un pase ¡con la espalda! sino que marcó el único y solitario gol del partido. Touré, que fue una caricatura de sí mismo, cedió su puesto por fin a Xavi Hernández, y a ratos pareció que se podía repetir alguna de las goleadas del año pasado, esa goleada que necesitábamos para superar el goal average madridista. No fue así, pero el tanto de Ibra vale su precio en oro, mal que les pese a esa caterva de merengones que sólo son anti barcelonistas por cuestiones políticas... o ¿quizás también por puros y duros celos? Esos incultos y soeces pro-madridistas, que, en el bar a donde llevé a ver el partido a mi novia y hasta a mi madre, no pararon ni un momento de criticar, de faltar al respeto, de burlarse e incluso de insultar a todo aquéllo que oliese a blaugrana, se hubiesen merecido caer derrotados al día siguiente por los de Quique, y así pareció que iba a ser tras el gol de Tiago. Pero, ay, el Real Madrid es experto en darle la vuelta a partidos complicados, y de ese consabido recurso a la épica devino una nueva victoria que vuelve a dejar las cosas donde estaban. Parece que, finalmente, el partido del día 10 sí va a ser tan decisivo como algunos aventuraban...

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