Messi y veintiuno más

Messi es de otro mundo. Eso casi todos lo sabíamos, pero ayer lo volvió a demostrar con creces. Estuvo a punto de no jugar por causa de un inoportuno flemón, y muchos opinábamos que ya le tocaba descansar, máxime cuando el equipo acababa de deslumbrar ante el Stuttgart con un juego que se asemejaba al derroche de talento de la pasada temporada. La realidad, tan ingrata ella, volvió a demostrar que todos (yo incluído) estábamos equivocados. El Barça de principio de 2010 no es el mismo de igual período de 2009. Antes, por encima de las brillantísimas individualidades, prevalecía el colectivo; anoche, si no llega a ser por Messi, perdemos, hacemos el ridículo y además se nos escapa el Madrid de modo irrecuperable. Es decir, hemos perdido la regularidad, nuestros muchachos nos dan una de cal y otra de arena. Ayer parecía que tocaba la de arena, pero el pequeño argentino tuvo otra de sus noches inspiradas y él solo se bastó y se sobró para machacar al Zaragoza. Su segundo gol pasará a la Historia, junto con aquel que marcó al Getafe hace 3 años en Copa del Rey. Para muchos, Messi ya ha demostrado que es tan bueno o mejor que Maradona, ¡y sólo tiene 22 años!. Pero no hay que olvidar que no sólo Leo tenía la responsabilidad de vencer en La Romareda. Por alguna razón, sus compañeros, todos ellos, tuvieron el día espeso, tal vez excesivamente cansados física y mentalmente después de haberse enfrentado al Valencia y el Stuttgart. Tampoco las rotaciones ideadas por Guardiola me parecieron afortunados. Sacar a Keita de inicio tras más de un mes lesionado fue un riesgo innecesario que de chiripa salió bien, y más aún cuando el sustituído fue Iniesta y no Busquets, que se había retirado lesionado hacía 4 días. Quizás fue por ésto y por la ausencia del lesionado Xavi por lo que no hubo fluidez, a pesar de los esfuerzos de Alves e incluso Maxwell por las bandas. Menos mal que, en los primeros minutos, la Pulga había propinado un testarazo al esférico que nos permitió ponernos por delante, que, si no, otro gallo nos hubiera contado. Si el talento de Messi brilló con luz propia, el de Ibrahimovic se apagó más que nunca. No sé qué diablos le estará pasando al supuesto goleador sueco, pero cada día da más muestras de impericia, de agotamiento, de incapacidad, de frustración. El triunfo del uno convive con el fracaso del otro. Y lo cierto es que Zlatan está siendo el gran fiasco del año. Ayer las falló absolutamente todas, y cuando, ya en los minutos finales del encuentro, Leo le cedió el lanzamiento del penalty que acababa de provocar, me temí lo peor. Esperemos que el golito que Ibra consiguió anotar le permita reconciliarse consigo mismo, a pesar de lo cual yo le daría dos o tres partidos de descanso, y no volvería a alinearlo hasta la ida frente al Arsenal. Volviendo a Messi, un chaval sencillo y tímido que sólo quiere jugar al juego que más le gusta, no digo más porque no puedo explicar lo que siento. No es sólo el mejor futbolista del Mundo; es lo mejor que le ha pasado al fútbol en mucho, muchísimo tiempo.

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