Pepsicólogo

No, no pretendo insinuar que nuestro entrenador perciba comisión alguna por parte de la empresa de refrescos rival de la todopoderosa Coca-Cola, y ni siquiera me consta que, aparte de agua, el míster empine el codo para darle lingotazos a la famosa bebida. A lo que me refiero es a que, visto lo visto en el encuentro de anoche, mi intuición me dicta que, o mucho me equivoco, o nos hallamos ante una demostración de psicología coloquial que ya la quisiera para sí un Sigmund Freud especializado en deporte. Mirad, si no, la alineación de Pep para el partido siguiente al de la debacle copera del martes: Valdés en la portería, Alves, Márquez, Puyol y Maxwell como defensores, Xavi, Iniesta y Busquets en el centro del campo y Messi, Henry y Bojan como atacantes. Este listado de nombres, a mi entender, perseguía una serie de propósitos a cada cual más inteligente: a) volver a restituir la confianza a algunos de los futbolistas que más desacertados estuvieron ante el Sevilla ( Márquez, Bojan, Maxwell) ; b) preparar el terreno para que el partido de vuelta copero lo disputen los pesos pesados del equipo que ayer no participaron y que no suelen disputar el "torneo del KO" (Piqué, Abidal, Ibrahimovic) y c) continuar experimentando posibles alineaciones alternativas, toda vez que ayer sí existió un mayor equilibrio entre los titulares habituales y los habituales suplentes. Ahondando en la misma teoría, fijáos, si no, en los tres cambios efectuados: ya en la segunda parte y cuando casi todo estaba decidido, saca a Pedro el tinerfeño para que sus paisanos le otorguen una pedazo de ovación expresa y exclusivamente para él; da entrada a Milito para continuar dándole confianza y, de paso, no fatigar demasiado a Márquez; y saca de nuevo al denostadísimo Chygrynskyi, con lo cual da un puñetazo en la mesa con sabor a golpe de autoridad y al futbolista ucraniano le inyecta una nueva dosis de confianza. Sublime. Encima de todo, la suerte y un gran Valdés estuvieron de cara, y las dos o tres llegadas con peligro del Tenerife no terminaron en gol, como parecía y los anfitriones probablemente hubieran merecido. Pero nuevamente volvió, a retazos, el gran Barça que enamora, y chavales como Bojan, Iniesta y Messi se erigieron en ilustres protagonistas. Bojan, por ejemplo, empezó bastante mal, escorado en la banda derecha, pero Guardiola le recolocó en el costado opuesto, permutando su posición con la de Henry, y, al tiempo que el francés se iba diluyendo cada vez más, el de Linyola acabó haciendo un partidazo y descubriéndonos a un estupendo e inédito extremo izquierdo. Hoy todos los medios de comunicación "españoles" (como viene siendo habitual) dan más titulares al hecho de que el Madrid ganó "entre la nieve" y no perdió el tren de la Liga, y como de tapadillo comentan la balsámica y reconfortante victoria blaugrana en campo ajeno. No nos engañemos, esa actitud nos conviene, porque así alejaremos un poco el triunfalismo y la autocomplacencia. Lo verdaderamente importante, lo fundamental, nos espera el miércoles a las diez de la noche.

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