El penalty a Xavi


Que España está dividida entre patriotismo y nacionalismo no es ningún secreto. Que la personalidad independentista del actual presidente del Barcelona, Joan Laporta, que aprovecha la más mínima ocasión para reivindicarse a costa del deterioro del prestigio del club, no es sino un lastre cada vez más pernicioso, tampoco. Los aficionados merengues más recalcitrantes, jaleados por los gurús de la prensa deportiva madrileña, unen a la realidad sociopolítica la (lógica) envidia deportiva provocada por el juego del equipo de Guardiola y los títulos conseguidos, por lo cual el Barcelona es ahora más enemigo que nunca. Sólo de esta manerapuede explicarse que todavía hoy siga hablándose de ayudas arbitrales al Barça tras el penalty pitado a Xavi el pasado sábado frente al Espanyol. Nuestro entrenador lo tiene claro, y opina justo lo mismo que yo: "A mí Xavi me ha dicho que le hicieron penalty, y yo le creo". Es decir, puede que las imágenes televisivas fuesen un tanto ambiguas, pero nuestro flamante Balón de Bronce dio con sus huesos en el césped, y, si él afirma que el jugador españolista le agarró y le desequilibró, estoy con Pep en que se merece un voto de confianza. ¿O acaso nos hemos vuelto todos gilipollas y de repente pensamos que un jugadorazo como Xavi necesita de repente fingir una caída? Pero claro, los chicos del “As” y el “Marca” tienen que agarrarse a algo para vender periódicos, igual que hicieron la semana pasada con el strip-tease de Cristiano Ronaldo, cuyos pectorales y abdominales a todo color no sirvieron para otra cosa que para tapar la evidencia de que a) el supuesto penalty que le hicieron (y que, no lo olvidemos, erró) no fue tal penalty, ni válido el gol que Benzema marcó tras el rechace del portero, ya que estaba dentro del área en el momento de rematar. ¿Qué mejor táctica para que no pensemos en las ayudas arbitrales al Madrid que levantar una cortina de humo acerca de las ayudas al Barcelona? Por otro lado, a pesar de lo que se está diciendo, yo no creo que el Barça jugase mal. Hubo toque, hubo posesión y hubo oportunidades, e incluso pareció que Henry resucitaba. No se puede rozar la perfección siempre y en todo momento, ni tampoco es fácil batir a un equipo que adelanta la defensa y no hace otra cosa que replegarse en espera de un contragolpe. Es curioso ésto del Espanyol, que se pasa la vida al borde del descenso y parece que sólo juega bien contra sus vecinos. Lo importante es que ganamos, no como el año pasado, y, toda vez que el partido de este próximo fin de semana lo tenemos ganado tras haberlo disputado anticipadamente contra el Xerez, ya podemos plantearnos con relativa tranquilidad la seminifinal del Mundialito el miércoles ante el Atlante, esperemos que con Messi. El sexto título, y con él, la posibilidad de hacer Historia, está al alcance de la mano.

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