Marcado por el "Marca"

Tener el "Marca" como único diario deportivo disponible en diez kilómetros a la redonda puede hacer que a uno le siente mal incluso el aperitivo más delicioso (que tampoco es el caso). Porque sí, porque da angustia leer el "Marca", ese denigrante panfleto ultramadridista que dirige el sabelotodo Eduardo Inda. Inda lo sabe todo. Sabe que Clemente (al que a partir del lunes próximo volverá a tratar como un colaborador más, pero al que estos días confiere rango poco menos que de Salvador de la Patria) ya tiene decidido cómo ganar al Barça el domingo realizando un férreo marcaje individual sobre Messi), con lo que les daría un alegrón a todos los merengones; sabe que Pellegrini tiene pie y medio fuera del Real Madrid y que Mourinho tiene pie y tres cuartos dentro; sabe los jugadores a los que Mou quiere y a los que no; sabe que Joan Laporta, como broche de oro a su triunfal mandato, ya tiene fichado a David Villa; y hasta sabe que la presentación del Guaje tendrá lugar el próximo miércoles, día 19 de Mayo. Joder, es que a este tío no se le escapa nada. Cuando Dios se vaya de vacaciones, ya tenemos a quién proponer para que le sustituya. Ay... Debería estar prohibido ser tan sabihondo, pero aún más ser tan declaradamente madridista (es decir, tan obviamente parcial y subjetivo) y ostentar la dirección de un diario supuestamente dedicado al mundo del deporte en general, pero que tiene a éste como excusa para poder dedicar la mitad de sus páginas a hacer apología del madridismo. Nada más que por periodicuchos como éste y por ¿profesionales? como el señor Inda, el Barça debería no sólo ganar sino golear, machacar, masacrar, triturar y descuartizar (es un decir) a los pucelanos. Qué mala es la envidia, con qué furia te va corroyendo por dentro, haciendo que se te nuble el juicio. Toda esta gentuza, incapaz de digerir la excelencia futbolística del Barça, sus 6 copas y, sobre todo, el apoteósico y muy humillante 2-6 del día 2 de Mayo de 2009, llevan desde entonces atacando al barcelonismo, faltándole al respeto a la afición y urdiendo una campaña descalificatoria tras otra. Es bochornoso. Es sonrojante. Y debería ser el motivo más ilusionante para aferrarnos a este último título que nos queda. Dar un sonoro puñetazo sobre la mesa, dejar con un palmo de narices a toda esta caverna que confunde su simpatía madridista con un inexistente derecho de pernada, y proclamarnos Campeones, con limpieza, con justicia y con todo merecimiento frente a ese club imperialista que se cree que, por dilapidar una fortuna en fichajes, por marcar muchos goles y por ser los más bocazas y los más chulos, también pueden llegar a ser los mejores.