Inmorales pero triunfadores

Todos sabíamos que Cristiano Ronaldo acabaría en el Real Madrid, máxime cuando la bochornosa última temporada del club blanco hacía necesaria la vuelta de Florentino Pérez. Cristiano es el prototipo de jugador que de siempre le ha gustado a Florentino: famoso, mediático, una estrella capaz de trascender el ámbito deportivo. No cuestiono sus virtudes como jugador, su regate, su desmarque y su potencia de disparo. Pero su actitud chulesca (¿cómo olvidar sus enfrentamientos con Puyol y Xavi durante la Final de la Champions?) es, también, una característica que se le presupone a cualquiera que aspira a erigirse en ídolo de un club que tiene como rasgos de estilo la prepotencia y la arrogancia. Lo que ha hecho Florentino puede parecer inmoral (gastarse en un futbolista la descabellada cantidad de 94 millones de euros), pero tiene sentido si nos atenemos a la desquiciada lógica de este hombre. Su lema no es "Querer es poder", sino más bien "Poder es tener". Está convencido de que puede manejar su dinero y el dinero de su empresa como le sale de sus dorados genitales, y no le importa otra cosa que jugar a su juego favorito: coleccionar iconos futbolísticos y vestirlos de blanco. Alguien debería poder parar esta locura; ¿cómo se puede consentir que, en medio de esta devastadora crisis que está dejando sin empleo a tanta gente, se deriven 94 millones a la contratación de un tipo que, en el fondo, no hace otra cosa que correr y dar patadas? El fútbol en particular y el deporte en general han perdido todo su sentido de limpieza, nobleza y deportividad. Sin embargo, Florentino, sin haber presidido un solo partido de fútbol desde su segundo advenimiento, ya le ha ganado la partida al Barça. Cada una de sus ruedas de prensa previas a su "elección" (no olvidemos que acabó siendo el único candidato) estuvo estratégicamente situada el día después de una final que desde mucho tiempo atrás ya se intuía que iba a ganar el Fútbol Club Barcelona, el mejor equipo de Europa, por no decir del mundo, y no por los cromos que contiene su álbum sino por el juego que ha desplegado. El caso era privar al Barça, de una manera o de otra, de la repercusión mediática que se merece. Y Florentino ha bordado esta estrategia. ¿Quién se acuerda ahora de la histórica gesta de Guardiola y sus pupilos? Nadie, absolutamente nadie (en España) había ganado en la misma temporada la Liga, la Copa del Rey y la Champions; todavía hoy, cuando no ha pasado ni un mes desde que el Manchester de Ferguson y Ronaldo mordió el polvo, debería seguir hablándose de Messi, Iniesta, Xavi y compañía como de héroes no sólo catalanes sino españoles, pues este Barça ha conseguido derribar las barreras y pulverizar las fronteras interiores. Pero no. Florentino ha conseguido que sólo se mire hacia el Santiago Bernabeu, que sólo se comente su poderío económico, que sólo se especule sobre qué nuevos fichajes va a concretar, cuánto va a pagar por ellos y cuánto tiempo va a tardar en presentarlos. Es horrible, es patético y es una afrenta a los millones de culés que este año hemos disfrutado como nunca. Pero ¿qué está sucediendo, mientras tanto, en Can Barça? Me temo que estamos volviendo a equivocarnos, como sucede casi todos los veranos. Sí, el Madrid ha reventado el mercado, ha tirado la casa por la ventana y ha conseguido que todo el mundo critique su dispendio incalificable, pero ya ha fichado a dos estrellas y tiene cuatro o cinco más en la recámara, empezando por David Villa, que será una realidad dentro de pocos días. Pero ¿y el Barça? Se le ha dado el pasaporte a Sylvinho, está buscándosele una salida a Hleb, Cáceres y Gudjohnsen, y se ha permitido que los periodistas madrileños nos tachen de desagradecidos por intentar vender a Eto'o. Pero es que Bojan tampoco tiene claro si va a seguir o va a ser cedido, Touré Yayá no sabe si quedarse o irse a jugar junto a su hermano, lo de Milito (que ha vuelto a ser operado y también se perdería el inicio de la nueva temporada) es pura ciencia ficción y ni siquiera se ha podido cerrar la renovación de Víctor Valdés. El fichaje de Ribéry, que ya estaba casi hecho, se ha truncado por culpa de la intromisión de Florentino, y cada vez que trasciende el nombre de cualquier jugador que interesa a Guardiola de cara a reforzar el equipo (Ibrahimovic, Benzema, Vidic, Mascherano, los mismísimos Villa, Silva y Ribéry), ese mismo futbolista se convierte al día siguiente en objetivo prioritario del Madrid, que está dispuesto a ofrecer el doble o el triple que nosotros. Laporta dice que lo que ha hecho Florentino es una locura y que no está dispuesto a gastarse más de 40 millones en ningún jugador, y a mí me parece muy bien, pero el Madrid ya ha efectuado dos fichajes y medio y nosotros, ninguno. ¿Por qué no se cierra ya alguna contratación, ahora que aún se supone que cualquier futbolista que ame el fútbol debería querer jugar en el equipo que mejor juega? Necesitamos con urgencia un fichaje, un fichaje que ilusione, o, si no, vamos a volvernos locos de tanta madriditis.

Comentarios

Sílvia ha dicho que…
Hola!
Parece que Txiki se ha despistado un poco. Está bien esperar al final de la temporada para negociar con los integrantes de la plantilla, pero el interés de otros jugadores, como Ribéry, debería estar muy avanzado. cuestión de planificar.
saludos
sílvia

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