Desde la envidia

Todos aquéllos que, escocidos y humillados por el 5-0 del lunes pasado, han aprovechado la más mínima ocasión (el accidentado viaje a Navarra del sábado) para atacar duramente al Barça y a su técnico, tienen desde ayer un nuevo motivo para desesperarse.  El hecho de que, este año, los tres aspirantes al Balón de Oro sean jugadores barcelonistas, los tres canteranos y los tres, por tanto, crecidos en el seno del club y que no han tenido que ser fichados a escandaloso golpe de talonario, debería volver a cerrarles la boca a los merengones radicales.  Pero, claro, la envidia es tan mala consejera que esa caterva de rencorosos no hará sino perseverar en su búsqueda de argumentos con los que desacreditarnos.  En cuanto al Balón de Oro, si a mí se me preguntase a quién se lo daría, no lo dudaría ni un momento en responder:  a Xavi Hernández.  Andrés Iniesta es una buenísima persona, un gran jugador y además fue quien anotó el gol decisivo para el título mundial de España, y Leo Messi es magia pura, el mejor futbolista del planeta, pero Xavi Hernández es el mariscal de campo, el director de orquesta, el alma del cuerpo casi perfecto que es este Barcelona.  Ver jugar a Xavi no es sólo una gozada, es una clase magistral sobre deporte y vida.  No sólo visualiza el juego como nadie más lo hace, sino que posée una técnica superlativa, y su cintura se mueve como ninguna otra en pos de la obtención del mejor pase.   Si de mí dependiera, para él se detendría el reloj, para que nunca tuviera que retirarse.  Fue también el reloj lo que crispó a muchos aficionados osasunistas, que el sábado veían que el Barça no acababa de llegar al Reyno de Navarra y ya soñaban con adjudicarse los tres puntos por incomparecencia del rival. Es posible que la fijación que tiene Guardiola con los aviones (y los helicópteros) irrite a determinados equipos más modestos, y que muchos otros no comulguen con la política de viajar, si es posible, el mismo día del partido.  Yo mismo, si tuviera que ser responsable de algo, evitaría volar tan a menudo y procuraría dormir la noche antes en la ciudad en la que al día siguiente voy a jugar.  Pero creo que Pep tiene muchísimo crédito y se merece bastante más respeto.  Si alguna de sus estrategias, como la de viajar apurado de tiempo, le sale mal en ocasiones, pues mala suerte, pero son tantas las que nos han cubierto de una gloria incomparable...  El caso es que la profesión periodística española está infectada de madridistas declarados que no sólo dedican muchísimo más tiempo a elogiar al Madrid y a sus estrellas mediáticas que a informar sobre los otros clubs de la liga BBVA, sino que estiran como chicle cualquier fisura en la deslumbrante trayectoria barcelonista, para criticar y criticar sin piedad.  Ver los Deportes de Cuatro o de La Sexta es como ver Real Madrid Televisión, y ése es un agravio comparativo que sí merece una crítica destructiva y despiadada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El adiós de Xavi

Demasiadas excusas

Fin de año futbolístico