A tres días del Clásico

A tres días vista, el Clásico ya es una realidad.  Y, a juzgar, por las trayectorias de culés y merengues, sí será bastante decisivo, aunque aún queda más de media liga por disputarse.  ¿Quién ganará, quién se llevará el gato al agua?  Como barcelonista confeso y reconocido, espero y deseo que les demos una patada en el culo a los chicos de Mourinho, pero he de admitir que no las tengo todas conmigo.  Mientras que el Barça, aun jugando bien o a veces muy bien, ha perdido acierto goleador debido a la crisis permanente de Villa, el Madrid ha ganado en solidez con respecto a temporadas pasadas, y, a cambio, no ha perdido un ápice de su pegada.  Futbolísticamente hablando, los blancos, ahora mismo, me parecen absolutamente temibles, y yo no creo que, sobre el papel, el factor campo vaya a decidir nada.  Pocas veces veo jugar al Real Madrid (casi podría decirse que mi religión me lo prohibe), pero, cuando lo he visto, he observado a un equipo que se cierra muy bien en defensa, que contragolpea una y otra vez sin descanso y que tiene un acierto casi insultante de cara al gol.  El Barcelona, que, cuando quiere o cuando le dejan, practica un fútbol exquisito que complacería a cualquier gourmet balompédico, no sólo tiene menos acierto ante la portería rival, sino que acumula más despistes defensivos.  Me temo que las cosas son así, por mucho que a mí me gustaría que fuesen de otra manera.  Claro que también en mayo del año pasado parecía que el equipo blanco iba sobrado y que los blaugranas llegaban acongojados por el famoso canguelo, y ya sabemos cómo acabó la cosa...  Yo quiero que el Barça gane el lunes, quiero que gane siempre, pero el equipo que ha forjado Mourinho me da bastante yuyu.  Pero no hay que olvidar que nos hallamos ante una doble oportunidad, no sólo de ponernos primeros en la clasificación, sino de bajarle los humos a un club cada vez menos señor y más señoritingo, cada vez menos honorable y más prepotente.  Entre Mou y Cristiano, sin olvidar a Sergio Ramos y Valdano, se han cubierto de tanta chulería y arrogancia que ya va siendo hora de que alguien les dé para el pelo.  Y ¿quién mejor para hacerlo que el eterno rival, erigiéndose, así, en tácito abanderado de las muchas víctimas morales del Mou Team?  Por activa y por pasiva, el Barça debe ganar, y además con claridad.  Si no, si perdemos, no sólo habremos perdido tres puntos, sino una ocasión de oro de demostrar que nuestro equipo practica el mejor fútbol y lo hace de la forma más honorable, generosa y amena posible.

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