Accidentado traspaso de poderes

No lleva ni una semana en el cargo y ya empiezan a dispararse las críticas contra el nuevo presidente del Fútbol Club Barcelona, Sandro Rosell. Que el mandatario saliente, Joan Laporta, se marcha dejando tras de sí un bagaje deportivo difícil de superar es tan cierto como que, en lo institucional y, sobre todo, en lo social, su gestión ha dejado bastante que desear. Lo peor de todo es la mala imagen que todo el mundo tiene ahora del Barça, mala imagen si tenemos en cuenta que la ideología independentista de Laporta ha exacerbado el anticatalanismo de muchísima gente, que, ahora más que nunca, a todos los culés nos tachan de separatistas y anti españoles. Muy acertadamente, a mi juicio, una de las primeras cosas que Rosell se ha propuesto ha sido pedir disculpas al Presidente de la Junta de Extremadura, que fue ofendido por Laporta, y ésto ha hecho que las primeras voces críticas se hagan oir. En Catalunya, no lo olvidemos, es mucha la gente que considera que el Barça debe ser bandera y emblema de la catalanidad a ultranza, y las pretensiones de Rosell de hacer de él no sólo un club "catalán" sino, más bien, "universal" no se le van a perdonar tan fácilmente. ¡Por Dios, si es que en su discurso de toma de posesión se permitió la irreverencia de recitar una parte en español y otra en Inglés...! Pero no acaban aquí las cosas que se le critican. Cuando, aquel mismo día, los periodistas le preguntaron sobre el nombramiento de Johan Cruyff como "Presidente de Honor" del Barcelona, Rosell dijo que no sabía si esa figura era legal y estaba recogida en los estatutos del club, por lo que, en cualquier caso, iba a proponer un referéndum para que los socios decidiesen si Cruyff debía o no ostentar dicha consideración. Por mí, perfecto: Joan Laporta, amigo personal y gran admirador del holandés, se sacó de la manga un título inexistente y se lo endilgó sin contar con nadie; Rosell, por el contrario, pretendía contar con el "soci". Pero no hubo tiempo: a la mañana siguiente, el propio Cruyff se presentó en las Oficinas del club y devolvió la insignia que le acreditaba como Presidente honorífico. Nuevamente, determinados sectores críticos pusieron a parir a Rosell, acusándole de haber ofendido a uno de los grandes iconos del barcelonismo, y algunos incluso decían arrepentirse de haberle votado. Tampoco ayudó demasiado el "pacto entre caballeros" que Laporta y su sucesor acordaron mantener hasta que el segundo tomase posesión. Durante quince días, ha habido un gran respeto y cortesía (o sea, todo un paripé), pero, lógicamente y tal como ya lo había anunciado (y el que avisa no es traidor), en el instante en que fue investido formalmente como Presidente, Sandro le puso una querella a Joan por haberle acusado de pretender cobrar una comisión por el traslado de Ronaldinho. ¿Hizo bien o hizo mal? ¿Es correcto o incorrecto mantener las apariencias de cara a la galería hasta que llega el momento en que hay que dar el hachazo al que hasta entonces era casi como tu amigo del alma? Yo, nuevamente, le doy la razón a Rosell. Según su versión, fue gravemente injuriado por Laporta, pero, en lugar de lanzarse al contraataque judicial a las primeras de cambio, prefirió hacerlo sin salpicar a los socios y aficionados con la bilis de un enfrentamiento personal. Finalmente, otro reproche que se le hace al recién llegado es de carácter deportivo. El centrocampista marfileño Yaya Touré manifestó, al acabar la temporada, que deseaba irse del Barcelona, a la búsqueda de un club donde se le garantizaran más minutos de juego (recordemos que esta temporada había sigo desplazado por el emergente Sergio Busquets). Durante las postrimerías del mandato laportista, su impresentable agente le intentó acercar a varios clubs ingleses (el Chelsea, el Arsenal de Cesc Fábregas), pero él se decantó por el Manchester City, en el que milita su hermano Kolo. O sea, el jugador quería marcharse, y al final no sólo ha mirado por el interés deportivo, sino también por el familiar. ¿Qué culpa de éso tiene Rosell, para que digan sus iracundos detractores que no ha sido capaz de evitar la marcha de Touré, un jugador, muy del agrado de la afición y del propio Guardiola?. Finalmente, la patata más caliente: Cesc. Laporta, no sólo por la calidad incontestable del centrocampista (pretendido también por el Real Madrid) sino, sobre todo, por tratarse de un catalán muy mediático, ha hecho lo posible y lo imposible por ficharlo antes de marcharse, llegando a ofrecer cantidades superiores a lo lógicamente permisible. Rosell ha dicho que sí, que quiere a Cesc, pero no hasta el punto de volverse loco y arruinarse a costa de su contratación. La caverna catalanista también le ha ha criticado por ello, e incluso alguien dijo que Rosell “sólo iba a fichar jugadores que no estuviesen en la agenda del Real Madrid, para no molestar a don Florentino”. Dios mío, cuánta mala gente hay suelta por ahí, y qué inquina se le tiene a alguien que sólo pretende ser conciliador y hacer las cosas de modo correcto y transparente...

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