No se puede fallar tanto

Partidos como el de anoche ante el Getafe le ponen a uno literalmente de los nervios.  O sea, no era el Madrid, no era el Chelsea, ni tan siquiera el Valencia o el Sevilla…  Simplemente se trataba de un equipo que transita cómodamente la mitad de la Clasificación, señal inequívoca de que no suele precisamente imponerse a todos sus rivales ni mucho menos aplastarlos con una inapelable superioridad.  El Barça, y eso en la semana de las acusaciones de dopaje y el aliciente extra que supuso la enfermedad de Eric Abidal, apenas logró endosarle dos goles, y acabamos pidiendo la hora ante el temor de que nos empatasen en el último segundo y cediéramos otros dos puntos a nuestro inmediato perseguidor.  Voy a decir algo que me produce auténtico dolor, pero ¿estamos seguros de que Villa es el goleador que necesitamos?  Me consta que el chaval tardó un poco en acostumbrarse al ritmo endiabladamente veloz con que se juega aquí, pero incluso entonces, al principio, conseguía marcar más goles.  Cuando un “killer” como él desaprovecha las cinco o seis ocasiones de que dispuso ayer, me temo que hay que empezar a hacerse preguntas.  Cuando un delantero dispone de tantas y tan claras oportunidades y no materializa ninguna, no está de más sentarse un momento a reflexionar.  Luego, además de eso, hay que constatar que Piqué se pasa demasiado tiempo en la Luna (no sé si de miel), que Milito da más miedo que un desfile de Halloween y que Messi pareció obsesionado en repetir el gol mágico que precisamente le endosó al Getafe hace unos años.  Son detalles, no sé si pequeños o grandes, que requieren una resolución rápida y urgente, y no sólo palabras y palmaditas en la espalda.  Por cierto, ¡ánimo Abidal! (y no creo que haga falta decir éso sólo en catalán…)


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